Al recorrer los pasillos del recién inaugurado centro asistencial de salud mental de Alicante, es difícil no percibir los carteles con palabras como “empatía”, “confianza” y “simpatía”, colocados estratégicamente en cada una de las salas. Son lemas que invitan a la reflexión y al optimismo, un recordatorio de los valores sobre los que se construye este nuevo espacio, dedicado a la recuperación y la inclusión social de personas con problemas de salud mental. Este Centro de Recuperación e Inclusión Social y Sociolaboral (Crisol) es la única instalación que finalmente se ha construido en el PAU 1, tras la presión de los vecinos de la zona, quienes rechazaron el proyecto original que contemplaba la construcción de una residencia junto con un centro de día.
El proyecto, gestionado por la Fundación Adiem, llega después de cuatro años de espera desde que el Ayuntamiento de Alicante cediera una parcela de 4.956 metros cuadrados en el PAU 1 en septiembre de 2020. Inicialmente, se proyectaron dos miniresidencias con 40 plazas en total, un centro de día con otras 25 plazas y un equipo de apoyo social comunitario con capacidad para 40 personas más. Sin embargo, las protestas vecinales obligaron a replantear el proyecto. Finalmente, lo que se ha construido en esta parcela es un Centro Crisol con 70 plazas, dedicado exclusivamente a la recuperación e inclusión social de personas con trastorno mental grave, financiado en un 80 % con fondos públicos de la Generalitat y el resto con aportaciones privadas. La parte residencial, prevista en el plan original, sigue en espera de una nueva ubicación, todavía sin acordar.
Una lucha que llega a su fin con la puesta en funcionamiento de un centro que busca mejorar la vida de aquellos alicantinos que sufren problemas de salud mental. Para María Jesús Tornero, directora del nuevo centro de la Fundación Adiem, la apertura es motivo de alegría y orgullo. “Estamos muy emocionados porque llevamos mucho tiempo esperando este momento. Las personas usuarias lo han acogido con muchas ganas, y ahora queremos hacernos al lugar, conocer la zona y que los vecinos también nos conozcan”, explica Tornero con una sonrisa.
Una de las características de este espacio, y que le diferencia de centro de día, es que se enfoca en personas que ya han pasado por la fase más aguda de su enfermedad mental y que ahora buscan crear un proyecto de vida. “Aquí atendemos a personas que necesitan integrarse socialmente, ganar en autonomía y poder crear su proyecto de vida”, añade Tornero. Las actividades que se desarrollan en el centro tienen ese objetivo: crear rutinas, adquirir hábitos saludables y, eventualmente, prepararse para buscar empleo o participar en actividades de voluntariado. “Trabajamos mucho el ejercicio físico, utilizamos el parque Juan Pablo II, y hacemos talleres de regulación emocional o fotografía, algo que consideramos fundamental”, afirma María Jesús Tornero.
Uno de los aspectos más valorados del centro es el sentido de comunidad que se genera entre sus usuarios. Modesto Zuid, quien es tanto trabajador como antiguo usuario de Adiem, lo describe como un entorno de apoyo mutuo: “Yo fui usuario hace bastantes años, y desde hace ocho trabajo con la fundación. Padezco un trastorno límite de la personalidad y ahora ayudo a mis compañeros a superar las dificultades por las que yo ya he pasado. El apoyo mutuo es clave, es una simbiosis muy buena”, comenta Zuid.
Dentro del centro, Modesto facilita los grupos de ayuda mutua, espacios en los que los usuarios pueden compartir sus experiencias y apoyarse entre ellos. “En estos grupos, si un usuario tiene un problema, lo hablamos entre todos. Es importante poder compartir sin miedo a ser juzgados, aunque si alguien menciona un tema grave, como el suicidio, tenemos un protocolo para derivarlo a su psicólogo”, explica Zuid. Además, Modesto Zuid participa en charlas y talleres donde cuenta su experiencia personal. “Hace tiempo era poliadicto, y ahora voy a universidades o centros escolares a hablar sobre mi experiencia. Creo que es importante que la gente sepa que los problemas de salud mental nos pueden afectar a todos, y que centros como este son necesarios”, destaca.
Una oportunidad para crecer
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El cambio al nuevo edificio, desde las instalaciones de La Florida, ha sido un reto para muchos usuarios, pero según Raquel Beneit, psicóloga del centro, la adaptación está siendo positiva. “Cambiar la rutina siempre es complicado para ellos, pero se están adaptando bien”, comenta Beneit. En el centro, se trabaja tanto a nivel grupal como individual, con un enfoque en la regulación emocional y la mejora de la calidad de vida. “Trabajamos mucho la ansiedad y la reinserción laboral, pero cada caso es único. Lo importante es que los usuarios adquieran herramientas que les permitan llevar una vida lo más normal posible”, explica la psicóloga.
Para usuarios como Fernando Luchena, que lleva años asistiendo a los centros de Adiem, este nuevo espacio supone un gran avance. “Aquí aprendemos muchas cosas y siempre tenemos actividades. Me gusta mucho hacer pilates y también los talleres de memoria“, comenta Luchena, quien señala que “el otro centro ya se nos quedaba pequeño, pero aquí estamos mucho mejor, es muy espacioso y entra mucha luz”.
A pesar de las dificultades iniciales y las modificaciones del proyecto original, el nuevo centro Crisol del PAU 1 es un ejemplo de cómo la salud mental sigue ganando terreno en la atención pública, ofreciendo un lugar de esperanza y recuperación para muchas personas. “Nuestro objetivo es que las personas que pasan por aquí puedan seguir adelante con sus vidas, integrarse en la sociedad y ganar autonomía. Este centro es una herramienta clave para que lo consigan”, subraya la directora del centro María Jesús Tornero.
Residencia
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En 2022, la Concejalía de Urbanismo otorgó a la Fundación Adiem la licencia para construir un centro de día en el solar del PAU 1, ubicado entre las calles Doctora Matilde Pérez Jover, Médico Manuel Alberola y Enfermera Angelina Ceballos. Sin embargo, aún no se ha definido una ubicación para la residencia de salud mental, que originalmente se proyectó junto al centro de día en 2019.
El rechazo vecinal, que incluyó la recogida de más de mil firmas, llevó a un acuerdo que permitió mantener el centro de día en el PAU 1 y buscar otra localización para la residencia, de modo que el barrio conserve suelo para futuras dotaciones públicas. Aunque el centro de día ya está operativo, la fundación continúa trabajando con el Ayuntamiento para encontrar una ubicación adecuada para la residencia.
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La directora del centro, María Jesús Tornero, explica que “se llegó a un acuerdo con los vecinos para que el solar se utilice para servicios que el barrio necesite, y la residencia se traslade a otro lugar”. El Ayuntamiento asegura que “se está trabajando con Adiem para encontrar la mejor ubicación para la residencia”.
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