Dejó en 2018 la dirección del Centro Oceanográfico de Baleares por el exceso de burocracia al que se sometía a los investigadores. Y ahora está a punto de cumplir el primer año de su segunda etapa. ¿Qué balance hace de su regreso?
Me llenó de orgullo que el CSIC, en el que se integra el Oceanográfico desde 2021, quisiera contar con mi experiencia y mi bagaje previo como investigadora. Aunque me supuso también un conflicto porque pasé una etapa de muchas dificultades. En aquel momento manifesté que era necesario aplicar cambios en la política científica para relajar los procesos administrativos
¿Y hoy qué dice al respecto?
Que estoy orgullosa del trabajo que realizan los investigadores e investigadoras, técnicos y personal de información. Se dejan el alma. La ciencia es un trabajo muy vocacional y muchas veces no es grato, porque la administración pública es lenta. Estoy en el proceso de aceptar esos ritmos de la administración, pero a la vez debemos ser autocríticos e ir revisando nuestros propios procedimientos.
¿Cómo afecta la burocracia a la actividad científica?
Lastra el conocimiento, sobre todo si nos comparamos con países de nuestro entorno, como Alemania. No obstante, diré que estamos en el camino y tengo la esperanza de que seremos estratégicos para alcanzar el rimo que se requiere.
¿La integración en el CSIC de 2021 le ha dado un impulso al Oceanográfico?
Sí, veo un respaldo y una apuesta, pero todavía falta mucho músculo administrativo para eliminar burocracia, para acceder a fondos europeos y subvenciones que requieren mucha carga documental. La insularidad nos pasa mucha factura. La administración general del Estado no es competitiva en complementos salariales. El que gana una oposición no puede plantearse vivir en Balears por su alto coste.
¿Cada vez es más difícil que vengan científicos a Balears?
Los científicos vienen, lo difícil es que lo hagan los cuerpos de gestión.
¿Que tanto por ciento de personal administrativo tiene el Oceanográfico de Balears?
La ratio es muy baja. Tres personas para 110 investigadores, entre personal de plantilla y contratado. Y uno de ellos teletrabajando desde Cádiz. Era esa opción o perder la plaza.
¿A qué se dedica hoy el Oceanográfico?
Desde el año 2009, cuando me incorporé como investigadora, ha evolucionado . En este tiempo ha pasado de tener un papel muy relevante en el asesoramiento pesquero a adoptar una perspectiva más ecosistémica. Es decir, no solo valoras la captura de una especie, sino el conjunto de todas las que viven en una plataforma. De este modo puedes ver los procesos que se producen con una perspectiva amplia, realizar diagnósticos y hacer predicciones de futuro.
Y en una perspectiva más concreta, ¿cuáles son los principales ámbitos en los que se realizan investigaciones?
Hay grupos especialistas en túnidos, teniendo en cuenta que el atún rojo se reproduce en aguas de Balears, lo que nos permite hacer proyecciones sobre su población. También realizamos seguimientos de especies pelágicas de manera anual como una encomienda de la Secretaría General de Pesca. También, campañas de acústica submarina con un equipo muy pionero y referente en la especialidad que nos permite estudiar el mar y sus especies sin extraerlas. Luego está la investigación oceanográfica, de cambio global, la dinámica de playas con un equipo muy potente y un programa para involucrar a colegios en las tareas de observación y que se vaya creando una conciencia ciudadana de cultura científica ahora que cada vez tenemos más fenómenos extremos. También mantenemos una línea seguimiento por buceo para evaluar las comunidades de peces, algas e invertebrados en los fondos de roca de cero a 30 metros, ya que no todo es posidonia. Hay otras especies cuya funcionalidad en los ecosistemas resulta vital.
Salud Deudero, during the interview with Diario de Mallorcca / Manu Mielniezuk
¿Cuáles son las principales amenazas para el medio marino en Balears?
Tenemos bastantes.
¿Los microplásticos, todo lo que todavía vertemos al mar?
El Mediterráneo es una cuenca semicerrada que actúa como una bañera. Todo lo que llega al mar queda en él de manera residual, se fragmenta por el oleaje, el sol, los diferentes organismos y las aves marinas. Los microplásticos salen de las depuradoras porque de momento no tienen filtros para detenerlos. Es otra de las necesidades de su desarrollo tecnológico. Lo que vemos flotando en el mar es solo la punta del iceberg. El destino final del plástico es el fondo. Y lo hemos visto en lugares protegidos donde no hay un aporte directo, como en el Parque Nacional de Cabrera. El tráfico marítimo también influye mucho. Lo vemos en Palma cuando atracan cinco ciudades flotantes, que van desplazándose de puerto en puerto con sus ciclos de lavado y sus duchas. Aunque todo pase por una estación de depuración, acaba en el mar. Y estos microplásticos sufren procesos de incorporación a los seres vivos. Sabemos cómo entran en pequeños crustáceos y luego van pasando de especie en especise sin degradarse hasta que somos nosotros mismos quienes los consumimos.
¿Cuál es el microplástico más toxico?
El polietileno, asociado a envases de alimentos y botellas. Por eso si eliminásemos estos envoltorios daríamos un gran paso, porque es necesario ir al origen. La presencia de microplásticos en el mar todavía presenta una tendencia al alza. Lo sabemos porque presentamos un informe periódico al Gobierno que llega a la Comisión Europea. Pero estamos todavía muy al principio. Hay que establecer valores de referencia y umbrales. Y como no se haga algo pronto ya no podremos pararlo.
¿Cómo llegan las especies invasoras a nuestras costas?
Es una de las líneas de trabajo de todos los centros oceanográficos del Estado. El Mediterráneo es uno de los mares con más especies invasoras del mundo, porque concentra el 30% del tráfico marítimo pesado mundial. Muchas de estas especies llegan por el agua de lastre de los buques, que cargan para hacer el viaje de regreso tras descargar las mercancías y luego también descargan, pese a que la normativa lo prohíbe . Son dinámicas que han permitido procesos inauditos y que han unido el Mediterráno con el Índico. La globalización lo ha hecho posible, con muchísimas implicaciones en el medio marino.
¿Se ha trasladado la saturación turística también al mar?
Somos víctimas de nuestro propio entorno privilegiado. Balears tiene todavía zonas en muy buen estado que deben ser respetadas y mimadas. Pero el mar antes era antes más inaccesible y los impactos resultaban menores y localizados. Y ahora, en cambio, se está generalizando el uso marino sin el respeto debido . El mar tiene una capacidad de recuperación muy elevada, como vimos en la pandemia. Pero ahora sometemos el medio a una contaminación acústica y química elevada.
¿Urge poner límites?
La náutica recreativa es una realidad a la que no se puede dar la espalda, pero hemos llegado a un nivel en el que es necesario reordenarla. Es un tema de magnitud. Si tengo diez barcos no pasa nada, si los multiplico por cien, ya no ocurre así. Eso es lo que hay que valorar: la capacidad de carga de los sistemas naturales. Parece que en el mar todo vale, pero no es así. Y estamos muy lejos del escenario óptimo. Hoy vemos situaciones en el mar que nunca se tolerarían en tierra. Hay una sobresaturación de actividades en zonas ecológicamente muy valiosas. Y me salgo de la argumentación puramente científica, pero como usuaria del mar percibo en los navegantes una pérdida de la cultura marinera, del cuidado y del respeto. El medio marino no está preparado para según qué aberraciones. Y si unimos esto a la actividad de los emisarios, pues llega un momento en el que el sistema colapsa. Los torrentes llevan menos agua al mar. Ya no existen entradas al mar de agua subterránea. Por eso el Mediterráneo cada vez es más caliente y salado. Es un circulo vicioso.
Salud Deudero, director of the Oceanographic Center of the Balearic Islands and delegate of the CSIC / Manu Mielniezuk
¿El calentamiento del mar balear es real?
Totalmente real. Y afecta también a las capas medias, además de a la superficie. El agua se va calentando cada vez más y permanece durante más tiempo caliente. Es lo que llamamos olas de calor marinas. Las temperaturas altas sostenidas en el tiempo afectan especialmente a las especies que no se mueven: los corales, las esponjas, las gornonias, que no pueden escapar y mueren. Ocurren episodios de mortalidad masiva de los que el Oceanográfico emite informes. Y luego esas especies ya no las recuperas. Además, un mar más caliente incrementa muchísimo la carga microbiológica. Y aparecen entonces más microbios y patógenos. Hemos de ser conscientes de que estamos provocando un deterioro generalizado del mar. Lo digo sin alarmismos. Pero es una cuestión de magnitud. ¿Cuántos meses puede aguantar nuestro entorno marino esa presión? Hablamos de desestacionalizar y el sistema necesita descansar. Y si no le damos ese descanso entonces sí. Iremos hacia el colapso.
¿Se recuperará la nacra?
La nacra no se protegió hasta el año 1994. Se vio que era muy fácil de recoger. Tuvimos un proyecto en el Parque Nacional de Cabrera y valoramos como estaba. Tenía densidades de hasta 4.000 ejemplares en bahía pequeñas, como en Cala Santa Maria, en Cabrera. Las estudiamos: qué comían, cómo crecían, cómo eran las conchas, todo. Su parte genética, su parte bioquímica. Y de repente en 2016 entró un patógeno, pequeñísimo, un protozoo. Y a partir de ahí empezó la mortalidad masiva, que en tres años llegó a Creta. El mensaje es que una especie que no se mueve, el bivalvo endémico más grande del mediterráneo, que podía llegar a cincuenta años de edad, creando campos de nacra en bahías cerradas como las de Pollença y Cabrera, se ha perdido por un patógeno microscópico del que no sabemos cual fue su vector de entrada. Hemos asistido en directo a la desaparición de una especie.
¿Sobreviven algunos ejemplares?
[–>Solo en el Mar Menor y en el Delta del Ebro, donde por sus condiciones hipersalinas e hiposalinas el patógeno no prospera. Fuera de esos entorno por ahora no.
Recreation of the future headquarters of the Balearic Oceanographic Center in Moll Vell / Centro Oceanográfico de Baleaes
El camino hasta la nueva sede del Centro Oceanográfico de Baleares
En un plazo de unos quince días, Salud Deudero firmará el traslado de una parte de los trabajadores del Centro Oceanográfico de Balears a un edificio del Parc Bit, el Complex Balear de Recerca, donde ocuparán un área de 800 metros cuadrados. Mientras tanto, se está redactando el proyecto arquitectónico de la nueva sede, que se ubicará en el Moll Vell. Está previsto que las obras puedan empezar a principios del año que viene y se prolonguen hasta 2027 o 2028. Será en ese momento en el que los trabajadores abandonarán definitivamente la sede histórica de Pelaires, un edificio catalogado, obra de 1973 del arquitecto Vicente Roig Forné, que es propiedad de la Autoridad Portuaria de Balears.
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