“Te lo digo ahora: no sé si esta noche, mañana o cuándo, pero este partido va a reventar fuerte“. Esta es la confesión de un cargo del Govern de ERC la noche electoral del 12 mayo, cuando los republicanos perdieron 13 diputados y se quedaron sin ninguna posibilidad de revalidar la presidencia de la Generalitat. Entonces, era una confesión difícil de creer para una formación política que llevaba una década mostrándose granítica, como mínimo de cara a la opinión pública. Sin embargo, la predicción no tardó en hacerse realidad. ERC ha reventado y esta última semana ha vivido su punto más álgido con la fractura total y pública entre Oriol Junqueras y Marta Rovira, el tándem que lideró el partido durante 13 años. Es una fractura que bebe, como mínimo, de estos cuatro conflictos:
[–>Junqueras and Aragonès at the central ERC rally in the Catalan elections. / MANU MITRU
Es difícil situar el inicio exacto de cuándo todo se empezó a torcer entre Junqueras y Rovira. Sin embargo, en las filas republicanas coinciden en que las cosas comenzaron a complicarse cuando ERC aún estaba en la Generalitat. Por un lado, Junqueras consideraba que no se le tenía en cuenta a la hora de tomar las grandes decisiones del Govern. Su entorno explica, por ejemplo, que no se le consultó la decisión de avanzar las elecciones. “Se encontraba con todos los temas decididos”, esgrime una fuente cercana a él.
Desde el Govern, se acusaba a Junqueras de torpedear al president Pere Aragonès. Por ejemplo, cuando durante semanas Junqueras evitó confirmar en público que Aragonès repetiría como candidato a la Generalitat. Tampoco gustó en el Palau de la Generalitat la ronda de visitas que por aquel entonces Junqueras hacía por Catalunya. “Hacía encuentros con la militancia y se pasaba media charla ‘rajando’ del Govern de su propio partido”, le reprocha un entonces alto cargo del ejecutivo.
Rovira, explican fuentes republicanas, ya barruntaba su salida de la política y era partidaria de potenciar la figura del president de la Generalitat. Esa dinámica empezó a cimentar la posterior ruptura.
[–>Junqueras, Wagensberg, Rovira and Aragonès last April in Geneva. / El Periódico
Plantada la semilla del distanciamiento, todo se desató con la derrota electoral del 12 mayo. Tras la debacle, se produce la ruptura definitiva entre los dos líderes. En una ejecutiva del partido, Rovira defiende que tanto ella como Junqueras deben ceder el paso a nuevos liderazgos a través de una “transición tranquila”. En cambio, Junqueras no solo no quiere irse, sino que cree que merece una nueva oportunidad para liderar el partido. Aquel día todo se rompe. “Uno considera que tiene que dejarlo [Rovira] and the other [Junqueras] believes that he has not exercised enough,” recalls a party leader.
A partir de allí, los miembros de la formación se divide en dos: los que se arremolinan en torno a la secretaria general pidiendo “renovación”, y los que lo hacen en torno al presidente defendiendo “experiencia”. Junqueras, que se siente presionado, opta por dimitir del cargo con un objetivo: volver con más fuerza cuando el partido convoque su congreso en otoño. El día después de esa ejecutiva del 15 mayo se empiezan a utilizar los términos ‘junquerista’ y ‘rovirista’.
[–>The former leader of ERC in Barcelona Ernest Maragall on the day he announced his departure from the party. / David Zorrakino / Europa Press
Por si todo no fuera ya, a esas alturas, lo bastante complicado, el 1 de julio estalla la polémica de la estructura B del partido. Se demuestra que los carteles que aparecieron en marzo de 2023 burlándose de los hermanos Maragall provenían de dentro del partido, que además tenía una estructura que actuaba a la sombra de la organización para hacer campañas de propaganda encubierta.
La primera reacción de ERC es asegurar que ni Rovira ni Junqueras autorizaron los carteles, pero que hacía meses que tanto la secretaria general como el presidente conocían el problema. Junqueras niega esta versión y mantiene que nunca supo nada.
A partir de allí, ERC no solo no logra atajar el problema, sino que se convierte en una arma arrojadiza entre ‘roviristas’ y ‘junqueristas’. Rovira llega a hacer pública una carta en la que acusa a Junqueras de mentir y de ser el responsable de las “filtraciones” a medios de comunicación de informaciones que perjudican a las siglas.
Junqueras contraataca y responsabiliza a Rovira y a sus dirigentes afines, sobre todo al exestratega Sergi Sabrià, entonces viceconseller del Govern, de haber permitido una “estructura B” que “traiciona” los valores del partido. En el acto de presentación de su candidatura el pasado sábado, Junqueras lanza su advertencia más dura: “No coseremos ninguna herida que previamente no hagamos limpiado”.
[–>The general secretary of ERC, Marta Rovira, at the first national council when she returned from Switzerland. / Marc Asensio Clupés
La última polémica que divide al partido es si ERC ha tenido o no un “órgano paralelo” liderado por Rovira que ha dirigido la organización al margen de Junqueras, la ejecutiva y el consejo nacional. Junqueras asegura que sí, que se reunía los viernes y que tomaba las grandes decisiones de la formación si contar con él. “Se tomaron decisiones en reducidos espacios de poder a oscuras y en la intimidad”, sostiene un miembro del equipo del exlíder.
[–>Rovira niega la mayor. Su explicación es que era tan solo un grupo de Signal -aplicación de mensajería similar al WhatsApp- que se llamaba ‘Pa amb Tomàquet i Anxoves‘ porque era la comida que más extrañaba cuando vivía en Suiza. En él participan ella, Sabrià y otros dirigentes como Marta Vilalta o Marta Vilaret pero, aseguran, sin usurpar las funciones de la dirección del partido. “Era uno de los centenares de grupos que todo el mundo tiene con muchas personas“, sostuvo esta semana Vilaret.
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