Soñaba con ser futbolista del Athletic y estuvo cerca de conseguirlo. Lander Olaetxea Ibaibarriaga (Abadiño, Vizcaya, 1993) creció jugando de “10” cuando de repente se vio en Segunda División con el filial de los leones. Ahí empezó a convencerse de que podía dedicarse al fútbol y tras una larga etapa en la categoría de bronce, en la que estuvo a punto de centrarse en su vocación de docente, explotó en Albacete de la mano de Rubén Albés. Sencillo y un punto tímido, comparte con LA NUEVA ESPAÑA su protagonismo en el Sporting en un inicio de temporada en el que, tanto jugando como pivote defensivo, como de central, ha competido a gran nivel.
–¿Es verdad que manda más que el presidente?
–¡Para nada! (se ríe). Fue una broma en el vestuario porque justo nos dieron unos días libres tras concentrarnos en Durango, donde vivo.
–A usted se le ve líder desde el ejemplo, no de los de imponer ¿es así?
–A ver, si tengo que liderar seguramente sea desde el ejemplo. Hablo mucho en el campo porque trato de entender todo lo que pasa y ayudar a los compañeros y que me ayuden. Jugamos de una manera en la que hay que interpretar mucho lo que hace el rival, por eso me gusta estar en comunicación.
–Ha jugado de pivote, de central, sumado todos los minutos… ¿Cómo valora su inicio?
–Bien. No es fácil porque al final el equipo viene de un buen año con otras ideas, con otra manera de jugar, además, maneras bastante diferentes. Toca adaptarse y cambiar un poco los mecanismos. Poco a poco se está engranando todo y cogiendo forma. Creo que vamos en buen camino. Hay que seguir trabajando y puliendo cosas.
–¿Qué hay que pulir?
–Sobre todo a nivel de automatismos porque, al final, la plantilla es muy completa, de un gran nivel en general. Es cuestión de ir entendiéndote con uno y con otro, cuando hay cambios, cuando hay lesiones… Es como una bola. Si trabajas, vas comentando lo que pasa, vas conociéndote y luego va todo rodado.
–Usted compartió con Rubén Albés y Dubasin ese proceso en un Albacete de play-off ¿Van por ahí los tiros?
–La idea general sí que se parece. Sobre todo, a nivel de ser presionantes en campo rival, de atacar rápido cuando tenemos el balón, de aprovechar sus espacios… Pero luego hay muchos matices diferentes por los jugadores que tenemos aquí.
–Ponga un ejemplo.
–Aquí tenemos a jugadores como Jordi (Caicedo) o como Otero, que son más rápidos, más potentes, mientras que en el Albacete, Manu (Fuster, la referencia ofensiva) entraba más por dentro. Son matices que tienes que adaptar a la idea general.
–Vienen de dos victorias consecutivas ¿Es el mejor momento?
–Han venido muy bien porque ganar te da esa motivación, esa bola que te decía antes que va creciendo y creciendo. El trabajo sigue siendo el mismo que al inicio y ahora tenemos que seguir siendo los mismos, pero, claro, ganar te reafirma.
–Toca el Castellón, un equipo ultraofensivo ¿Le gusta?
–Me gusta que cada semana sea un rival un poco diferente al anterior porque te hace trabajar cosas distintas. Es como si te proponen resolver un reto ¿no? Pues tienes que intentar sobreponerte. Me gustan los retos y cómo juega el Castellón. Es para verlo. Llama la atención. Jugar así es muy exigente. Tanto para el rival, como para ellos. Va a ser bonito. Si fuera espectador no me lo perdería.
–A priori dos equipos verticales, atrevidos, quizá el Castellón más anárquico…
–Hay alguna similitud con ellos, sobre todo en zonas más altas, pero ellos van un poco más al hombre. Hay muchos matices diferentes. Nos parecemos en la estructura de ataque, pero luego, el cómo se mueven ellos no tiene nada que ver. Ellos van a buscar el gol en todo momento y por eso sus resultados tan abultados. Acumulan mucha gente arriba y dejan mucho espacio atrás. El partido va estar para el más acertado.
–¿Qué le ha impactado más en sus primeros meses en Gijón?
–Comprobar que el Sporting es un sentimiento que se da en toda Asturias. Voy a cualquier pueblo de visita, y siempre hay alguien del Sporting apoyándote. Me soprendió al principio. Luego entras en El Molinón y eso es… ¡Eso es otro rollo! Cuando empiezan a rugir… Es que te envuelve todo el campo. Nosotros intentamos transmitir al público, pero los que realmente transmiten son ellos cuando empiezan a cantar y a animar… Ufff, es cuando el equipo va pa’ arriba. Se nota un montón.
–¿Usted cómo empezó en esto del fútbol?
–En la escuela (Traña Matiena) de mi pueblo, Abadiño. Fue con 5 años. Empezamos varios con edades mezcladas. Tengo muy buenos recuerdos. Eramos un grupo muy competitivo ya desde muy pequeños. Después, entre los 10 y los 12 años, pasé a un equipo que era una especie de fundación del Athletic (Dena), en Amorebieta. Venían entrenadores de Lezama y competíamos con camisetas del Athletic y todo. Teníamos una metodología más específica y más tecnificación.
–Pero el Athletic no entra en su vida hasta más tarde.
–Eso es. Mantuvimos el bloque y nos fuimos, con 12 años, primero al Amorebieta, y después a la Cultural de Durango. Allí aguanté hasta la edad de senior, en Tercera. Mi primer año no tuve muchos minutos y en enero salí cedido a Preferente. Vuelvo y ahí ya me sale bien. Firmo por el Bilbao Athletic y se da la coincidencia de que suben a Segunda. Pasé, en un año, de Tercera, a Segunda División.
–¿Qué tal se dio?
–Jugué como unos diez partidos. Fue un cambio drástico. Disfrutaba con el fútbol sin tener grandes aspiraciones, y de repente me vi en el fútbol profesional. Creo que el primer partido fue en el Martínez Valero y pensaba, ¡buah!… ¡Me parecía un salto brutal!. En ese momento casi ni me veía jugando en el fútbol profesional. Disfruté.
–Tomó conciencia de que podía vivir del fútbol.
–Fui consciente de que trabajando día a día, se podía. Pensé entonces en enfocarme más en serio. Me lo tomé más como un oficio que como el hobby que tenía.
–¿Había algún precedente en su círculo cercano de haberse dedicado al fútbol?
–No, no. Nada. A ver, sí que nos gusta el fútbol, somos de Athletic, pero tampoco de ir mucho al campo. Desde pequeño sí que he estado siempre unido a una pelota.
–¿Cómo es su familia?
–Muy normal. Tengo un hermano mayor, jugó a fútbol, pero lo dejó hace años. Mi padre fue encargado en Emosa, una fábrica muy popular por hacer cajas de huevos. Está jubilado ya. Mi madre trabajó como esteticien y ahora lo hace en un comedor. Ya le digo, muy normal. Me siguen siempre que pueden. Mi padre es mi fan número uno.
–¿Siempre fue centrocampista?
–Sí. Siempre jugué de “8”. Un poco “box to box”, de llegar al área y tal. Algún entrenador me puso un poco más atrás y otros, más adelante. Por ejemplo, al Bilbao Athletic llegué jugando de “10” todo el año en la Cultural de Durango. Luego, allí, creo que todos los minutos que tuve fue de mediapunta. Eso el primer año, el segundo, tras el descenso, fue más de volante.
–Si llegar al Bilbao Athletic fue un subidón ¿Le costó salir dos años después?
–Al principio te parece un paso atrás, pero me fui al Gernika a competir en Segunda B y lo cogí con ganas. Teníamos muy buen equipo e hicimos un año muy bonito. Jugamos contra el Sporting B, aquí en Mareo (señala el escenario de la entrevista). Todavía lo hablé con Nacho Méndez no hace mucho. Ellos acabaron disputando el play-off de ascenso.
–En el Logroñés le esperaba el a usted el ascenso.
–Sí. Fue la primera vez que salía de casa para jugar al fútbol. Venía de haber empezado a trabajar en Gernika ya como profesor. Estudié Magisterio por Educación Infantil. Había empezado a dar charlas en diferentes centros sobre el bullying (acoso escolar). El ir a Logroño era jugármela un poco, porque había iniciado ya cosas para convertirme en profesor. Luego aproveché allí para sacar la especialización de Audición y Lenguaje. Allí me salió todo muy bien. El primer año hicimos play-off y el segundo, el ascenso, aunque llegó el covid y no lo disfrutamos tanto. El siguiente, el último año allí, fue más duro. Descendimos.
–Vuelve a casa, a Amorebieta.
–Estaban en Segunda, querían reunir gente de casa y me hizo ilusión. La pena es que empezamos a competir muy tarde y otro descenso. Dos seguidos.
–¿Fue un punto de inflexión que apareciera ese verano el Albacete?
–Sí. Fue mi “boom”. La verdad es que estaba por la labor de valorar una experiencia fuera de España para ver cómo era y luego ya volver a casa y cerrar el chiringo. El Albacete era recién ascendido a Segunda, pero era un club con nombre. Era la oportunidad de crecer. Ahí coincido con Rubén y ahí empiezo a jugar más de pivote defensivo. Me probó en pretemporada. Salió bien y me quedé ahí. Fue una sorpresa para mí. Fue mi mejor año en Segunda, a nivel colectivo e individual. Hice hasta tres goles.
–Aquí, si le mueve, es para jugar más atrás.
–(Se ríe). Sí. Creo que es una de las virtudes que tengo, adaptarme a todos los contextos de un partido.
–Tuvo una oferta más potente en lo económico para irse al Dépor ¿Por qué venir al Sporting?
–Es la época que menos me gusta, el verano. No me gusta porque depende poco de ti. Al final, sin mucha información tienes que tomar decisiones importantes para ti y para tu familia. Creo que venir al Sporting era la mejor decisión. Y creo que hemos acertado tanto mi familia como yo. Estamos disfrutando mucho.
–¿Fue clave volver a tener a Rubén Albés como entrenador?
–Sí, claro. Valoramos todo. Conocer al entrenador, sabía el nivel de infraestructuras que hay aquí, cómo se mueve el club y era dar otro paso hacia un equipo con más nombre. Decidimos bien (sonríe).
–¿Cómo es su vida fuera del Sporting?
–Tranquila. Bueno, tengo dos hijos (se ríe). Tienen ocho meses y dos años y medio. El pequeño no da mucha guerra, pero el mayor se mueve para todos los lados. No se separa de la pelota. No me importaría que fueran futbolistas. Les apoyaría si realmente quieren serlo. Las tardes, mandan ellos. Si hace bueno, las paso en el parque. Cuando nos hace una visita la familia o los amigos, vamos moviéndonos para ir conociendo Asturias.
–¿Qué es lo que más le gusta de Asturias?
–Ya había estado de vacaciones y Asturias me encanta. Cualquier lugar de costa es bonito. Lo que más me gusta es la pausa, la tranquilidad y la hospitalidad de los asturianos. Creo que es parecida a la de los vascos.
–¿Ha probado la sidra y les fabes?
–Sí. Fue lo primero que hice cuando fiché. ¡Lo típico! (se ríe). Me gustó, me gustó.
–¿Mejor la sidra asturiana o la vasca?
–Me quiere meter en un lío, ¿no? Son diferentes. Digamos que cada una tiene sus virtudes.
–¿Qué aficiones tiene?
–Nada en especial. Pasar tiempo con la familia y amigos, salir a comer juntos… Los vascos somos mucho de txoko, compartir y esas cosas. Ya sabe. Me gusta ponerme al día con la gente que me importa. Por eso no soy de los que tiene redes sociales y esas cosas. No me gusta. Ya estoy conectado con quien quiero estar conectado.
–¿No tiene uno de esos perfiles para echar un vistazo sin participar?
–Sí, pero solo en twitter (ahora denominado x). Sobre todo por seguir resultados de excompañeros. Entro poco.
–Antes hablaba de que daba charlas de bullying. Venimos de celebrar esta semana el día de la salud mental ¿Cómo lleva usted las críticas y los mensajes negativos en redes sociales?
–Cada uno es diferente. Hay quien le gusta leerlo todo, yo me abstraigo de todo eso. Nosotros ya sabemos cuándo lo hacemos bien y cuándo no. Intento estar protegido en ese sentido. Intento ir más o menos viviendo mi propia experiencia.
–¿Lo ha pasado mal en algún momento?
–El último año en Logroño no estuve cómodo. Cuando no disfrutas ni entrenando te paras y piensas: algo no va bien. Al final forma parte de la profesión y solo hay una manera de salir de ello: seguir currando.
–¿Qué objetivo se marca para esta temporada? Ya subió a Segunda, le queda subir a Primera.
–Suena un poco filosófico, pero me marco disfrutar el camino siempre. Lo que te queda es eso. El año del play-off en Albacete lo disfruté un montón. No es fácil. Suben tres, ahora hay un nivel en Segunda muy alto… Si disfrutas del camino, seguramente habrás conseguido buenos objetivos. Y ya si lo culminas, pues sería increíble, pero sobre todo disfrutar del año, de lo que hacemos. Así, el resultado que todos queremos estará más cerca.
–Acaba contrato en junio. ¿Se ve más años en Gijón?
–Sí, no me importaría, pero vivo el presente, disfrutando de todo lo que me rodea.
–Como canterano del Athletic ¿Le queda la espinita de jugar en San Mamés?
–De pequeño tenía esa ilusión. Soy realista y jugar en el Athletic ya no es una meta. Me conformo con verles ganar títulos como el año pasado. Mi hijo mayor es del Athletic y del Sporting y tiene ahora una mezcla muy graciosa. Cada vez que jugamos en casa viene a ver el partido y cuando suena el himno canta el del Athletic gritando: ‘¡Sporting, Sporting!’ (se ríe).
–Un poco de actualidad ¿Qué me dice de la aprobación de la ley ELA?
–No me afecta en mi círculo cercano, pero todos los pasos que se den para para mejorar en ese sentido me parece un avance brutal.
–¿Y de la retirada de Nadal?
–Ha sido un ejemplo de compromiso, de competir. Para muchos, no solo para los tenistas, sino para todos.
–¿Qué mensaje le mandaría al sportinguismo?
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–Que disfrute. Nuestro objetivo es disfrutar y que disfruten del camino. Si lo hacemos será buena señal. Lo estoy disfrutando mucho hasta ahora, y estoy seguro de que podemos hacerlo mucho más.
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